Lo ideal es que un pasillo tenga al menos un metro de ancho para poder integrar algún elemento sin comprometer la circulación.
En viviendas de mayor nivel, solemos aumentar esta medida a 1,20 m, lo que permite incorporar piezas con más libertad.
Con menos espacio, cualquier mueble corre el riesgo de convertirse en un obstáculo incómodo.
A partir de ese metro, se abre la posibilidad de sumar pequeños gestos (desde un banco o una consola ligera hasta una estantería empotrada) que convierten el pasillo en algo más que una simple zona de paso.
El pasillo es una gran oportunidad para aportar carácter y personalidad a la vivienda.
Algunas ideas: Almacenaje integrado: un armario enrasado, una librería empotrada o un mueble bajo y discreto que sume orden sin invadir.
Piezas ligeras: consolas, bancos o percheros de diseño esbelto, funcionales pero sin saturar.
Decoración vertical: espejos, obras de arte, fotografías enmarcadas o un revestimiento especial que acompañe el recorrido.
Iluminación: un diseño lumínico bien pensado aporta ritmo y calidez.