Cerámica o porcelana: la resistencia al calor, las manchas y el desgaste son los puntos que juegan a favor de este tipo de suelos.
Son fáciles de limpiar y, al ser una propuesta con larga trayectoria, existe un gran catálogo de colores y diseños.
Acero inoxidable: si la cocina donde se va a instalar el suelo requiere gran resistencia a los cambios de temperatura y a los productos químicos, los suelos de este material son una gran opción.
Su durabilidad es de las más altas del mercado y eso hace que sean muy habituales en cocinas de hospitales, por ser fáciles de limpiar y desinfectar.
Suelo vinilo o PVC: en los últimos tiempos el vinilo ha ido ganando muchos adeptos por su fácil instalación, su menor coste y su facilidad de mantenimiento.
En el gran catálogo de propuestas existen opciones antideslizantes e impermeables.
Resina epoxi: se trata de tipos de suelos para cocinas industriales muy comunes.
Su durabilidad e higiene son dos de los factores que lo convierten en una opción popular, así como su buena adherencia y superficie antideslizante.
Caucho: una opción antideslizante y cómoda para el tráfico continuo del equipo de trabajo es el caucho, que presenta también gran resistencia al desgaste.
Hormigón: este tipo de suelo para cocinas industriales, si se instala de forma correcta, presenta una gran ventaja en durabilidad e higiene, así como para buscar una estética de aires industriales.