Radicado en Montevideo en 1929, descartó la experimentación con las ondas hertzianas y se dedicó a realizar ensayos con la inducción eléctrica, lo que le llevó a inventar un sistema de abridor automático de portones a control remoto, que lo patentó en el Uruguay y en la Argentina.
El invento del Ing. Rafael Fuller Caballero estaba basado en la inducción.
Ella es la producción de una pequeña corriente eléctrica valiéndose de otra corriente.
La inducción es un fenómeno mediante el cual se separan las cargas eléctricas positiva y negativa como consecuencia de la acción de un campo eléctrico.
Era consciente de que las grandes ventajas de la inducción eran para las acciones locales, a corta distancia.
Y fue la base de su invento: la aplicación localizada de energía inducida.
Para realizar el invento de sus puertas de apertura y cierres automáticos, Fuller utilizó la inducción electromagnética entre dos circuitos: uno colocado en el automóvil y otro colocado en el subsuelo del garaje.
Hace ocho décadas, el 23 de octubre de 1931, el ingeniero Fuller patentó su invento en Montevideo y realizó una exitosa exhibición pública a la que acudieron ingenieros, arquitectos, constructores y numeroso público.
El acontecimiento tuvo eco en la prensa uruguaya, argentina y paraguaya, con notable suceso.
Su invento demostró la operabilidad de la inducción eléctrica para este tipo de mecanismo, además de la seguridad de su funcionamiento.
El ingeniero Fuller, convencido de la practicidad de su invento, además de registrarlo en el Uruguay, la Argentina y el Paraguay, proyectó hacerlo en los Estados Unidos de Norteamérica.
Cuando viajó allá para registrarlo, se encontró con la desagradable sorpresa de que la documentación había sido sustraída de la Oficina de Patentes del Uruguay y patentado en los Estados Unidos, siendo despojado de la propiedad de dicho portento tecnológico.