La cultura es la manera en la que muchas personas con discapacidad intelectual y/o del desarrollo amplían su mundo. Su práctica les ayuda a sentirse realizados, a expresar sus sentimientos y a entablar nuevas relaciones personales. El trabajo creativo es el camino que muchas personas encuentran para ser ellos mismos.
Participar en uno de estos Clubs ayuda a mejorar la comprensión lectora, favorece el aprendizaje de nuevos conocimientos y despierta la imaginación. En ellos se trabaja la memoria, la escucha activa y el respeto. Las personas que dibujan o pintan desarrollan su imaginación, potencian su autonomía y exteriorizan su mundo interior, además de sentirse realizados.
La música es una herramienta que potencia el desarrollo sensorial, la creatividad y la motivación. La música desbloquea miedos y mitiga la ansiedad. La escucha y reproducción de sonidos, la interiorización del ritmo, el compás y la melodía influyen en las capacidades físicas y psicológicas de las personas. Con la danza se potencian la expresión personal, la capacidad de comunicación, la socialización y la autoestima de las personas con discapacidad intelectual y/o del desarrollo que la practican.
Meterse en la piel de otro, aunque sea por un rato, es una auténtica escuela de empatía. Las personas con discapacidad intelectual y/o del desarrollo que interpretan obras de teatro suelen mejorar su expresión lingüística y corporal, además de su creatividad. De la misma manera, los actores desarrollan habilidades sensoriales y destrezas motoras, entre otras fortalezas. También facilita, al igual que otras artes a las que ya nos hemos referido, la autonomía, la autoestima y las relaciones sociales.