La luz natural es utilizada por los humanos y por la mayor parte de los seres vivos.
La luz natural es aquella luminosidad que proviene directa o indirectamente de fuentes naturales, específicamente del sol.
La agricultura requiere de ella, por ejemplo, para la fotosíntesis de las plantas, y en la arquitectura es común dejar espacios abiertos o traslúcidos para permitir su entrada a los espacios, evitando así la necesidad de recurrir a fuentes artificiales de iluminación (luz artificial) durante el día.
La luz solar más brillante tiene una potencia de alrededor de 120.000 lux (unidad del Sistema Internacional para medir el nivel de iluminación), pudiendo descender a unos 20.000 lux en caso de días nublados al mediodía.
Otras fuentes de luz natural son los relámpagos, el fuego (siempre no sea provocado por el humano) y algunos animales dotados de bioluminiscencia, o sea, de generar luz a partir de la superficie de sus cuerpos.
Un dato curioso es que la luz solar reflejada en la Luna, conocida como “claro de luna”, no se suele considerar como luz diurna, aunque también es un caso de luz natural.
Sin embargo, la luz de las antorchas y las velas (a pesar de provenir del fuego), no se suele considerar luz natural, ya que en su elaboración ha intervenido el ser humano.
En diferentes ámbitos de la vida, la luz natural puede ser aprovechada.
La luz natural es aquella luminosidad que proviene directa o indirectamente de fuentes naturales, específicamente del sol.