La luz es lo que más rápido viaja de todo el universo, a unos 300.000 km por segundo. Si existiese un tren que viajase a esa velocidad, ¡podríamos llegar hasta el sol en solo 8 minutos. La luz, aunque viaje sin maleta y sea una onda, también está transportando algo: unas partículas muy pequeñas que la componen que se llaman fotones. La luz es una onda y es una partícula al mismo tiempo. La luz viaja por distintos medios, incluso si tuviésemos un espacio que no tuviese nada de nada de nada, ni siquiera aire, la luz seguiría viajando. A las ondas que son capaces de propagarse en el vacío, se les llama ondas electromagnéticas. La luz tiene primas-hermanas mayores y menores que forman una familia de ondas electromagnéticos: el llamado espectro electromagnético. La luz visible es la parte visible del espectro electromagnético y es lo único que podemos ver. Si podemos ver los objetos es gracias a los rayos de luz que salen del sol o las lámparas y rebota en ellos. La luz viaja a diferentes velocidades según el medio en el que viaja y, cuando pasa de un medio transparente a otro, sus rayos cambian de dirección, lo que es la refracción de la luz. La difracción sucede cuando los rayos de luz pasan por un agujero muy pequeño y cambian su trayectoria. La dispersión sucede cuando la luz entra en un prisma y se separan sus colores, como en el arcoiris.