Un bebé puede acostumbrarse a que le traten bien, a que sus necesidades sean atendidas, a que su bienestar sea importante para sus padres.
De hecho, que un bebe se acostumbre a todo esto debería ser uno de nuestros objetivos como padres.
Las investigaciones acerca de la formación del vínculo entre el niño y sus padres ha encontrado que el desarrollo de un apego seguro es una pieza clave para lograr adultos fuertes e independientes.
Y este apego seguro se logra gracias al contacto, a la disponibilidad, a la respuesta sensible a las necesidades del bebé, etc.
Aquello que se pensaba que era bueno, resultó no serlo: dejar llorar a un niño, no atender sus necesidades, demorar la respuesta, etc. no son formas válidas de transmitir seguridad y, por tanto, facilitar la independencia del niño, más bien todo lo contrario.
Nuestro hijo no es el enemigo a batir sino un proyecto de adulto que requiere todo de nosotros no sólo alimento y techo, sino también afecto.
Gracias a ese afecto y a la calidad del apego que tenga nuestra relación, construirá las bases que le permitirán explorar el mundo y desarrollar su independencia de manera segura.