El vidrio templado se caracteriza por romperse en fragmentos pequeños y redondeados, de este modo el riesgo de corte se reduce al mínimo.
Es habitual ver este cristal en escaparates de tiendas.
El vidrio laminado se fragmenta pero no se desprende, esto se debe a que los fragmentos de cristal se mantienen pegados a las láminas intermedias que unen las capas de vidrio.
Este vidrio es propio de ventanas de vehículos, por ejemplo.
El vidrio templado es entre 4 y 5 veces más resistente a impactos y presión que un vidrio normal y corriente.
Soporta temperaturas mucho más elevadas que el vidrio común.
El vidrio laminado posee un grado de resistencia más alto que la mayoría de vidrios pues se comporta de forma elástica gracias a las capas intermedias que lo sostienen.
Sin embargo, a diferencia de la mayoría de materiales elásticos, el cristal laminado mantiene intactas su transparencia y su durabilidad.
Es muy seguro, ya que resiste fácilmente impactos, penetración u otro tipo de golpes.
Debido a las resinas que lo integran, no soporta con tanta facilidad temperaturas excesivamente elevadas como el vidrio templado.
Sin embargo, sigue siendo más resistente que un vidrio común.
El vidrio templado se recomienda para puertas correderas y abatibles, cortinas de cristal, cualquier puerta que tenga vidrio y necesite de algún mecanismo para abrirse, mamparas de ducha, barandillas interiores y exteriores, cualquier vidrio que necesite algún tipo de agujereado, vitrinas, escaparates.
Por otra parte, el vidrio laminado es mejor para escalones y superficies sobre las que se pueda caminar, fachadas de edificios acristalados, techos móviles, techos fijos, ventanas de vehículos, barandillas interiores y exteriores que tengan riesgo de caída o que no se puedan anclar con agujereado.