Se trata de emplear materiales que detenten gran capacidad para acumular la energía calorífica, como la piedra, la cerámica, las tierras o los metales, en muros, paramentos y suelos.
Un material como la madera, si bien cuenta con menor inercia térmica, sí provee gran aislamiento térmico, otro factor fundamental para una arquitectura sostenible y ecológica, a la que se adscribe la bioclimática.
El aislamiento térmico de la envolvente, que también será en función de las necesidades que impone cada clima, resulta primordial para mantener las condiciones de confort interiores en una arquitectura bioclimática.
Desde sus orígenes, la arquitectura siempre tuvo en cuenta la zona climática donde se asentaba y el empleó materiales locales y naturales.
Revalorizar los recursos de proximidad, actualmente enlaza con la arquitectura más sostenible que disminuye la huella de carbono al reducir distancias de transporte.