Una casa inteligente, también llamada smart home, es una vivienda que incorpora tecnología para automatizar tareas, controlar dispositivos a distancia, mejorar la eficiencia energética y la seguridad del hogar.
Estos sistemas se basan en sensores, aplicaciones móviles, asistentes de voz y conexión a Internet.
A diferencia de un hogar convencional, lo que hace es centralizar el control de luces, persianas, climatización, electrodomésticos, cámaras y otros sistemas desde un único punto: ya sea una app en el móvil, comandos de voz o un panel táctil.
El primer paso para tener una casa smart es disponer de una buena conexión a Internet: La mayoría de dispositivos se comunican por Wi-Fi, aunque algunos utilizan otros protocolos como Zigbee o Z-Wave.
En viviendas grandes o con muros gruesos, es necesario instalar repetidores o una red de tipo mesh.
Elige dispositivos inteligentes para el hogar: Los más populares son Alexa (Amazon), Google Home y Apple HomeKit, con lo que se manejan los dispositivos por voz o desde una app.
Si prefieres más control y privacidad, también puedes optar por sistemas como Home Assistant, que funcionan sin depender de servidores externos.
Una vez tienes la base, empieza a incorporar dispositivos: Lo más habitual es comenzar con bombillas inteligentes, enchufes programables, sensores de movimiento o temperatura y cámaras de seguridad.
Estos productos suelen ser fáciles de instalar y configurar, por lo que puedes hacerlo tú mismo.
El coste de tener una casa inteligente puede variar mucho según el nivel de automatización.
Para una instalación básica con bombillas, enchufes inteligentes y un par de sensores necesitarás unos 200 o 300 euros.
Añadir un termostato inteligente puede suponer entre 100 y 250 euros, y una cámara de vigilancia de calidad ronda los 100 euros.
Para una instalación más avanzada con persianas automáticas, sistemas de riego inteligente, climatización centralizada o audio multizona, la inversión puede superar los 5.000 euros.
Transformar tu vivienda en una casa inteligente mejorará tu calidad de vida.
Ahorro energético: Es posible programar luces para que se apaguen solas cuando no hay nadie en casa, regular la temperatura o controlar el consumo de tus aparatos electrónicos.
Seguridad: Puedes usar sistemas de videovigilancia para ver lo que ocurre en tu vivienda desde cualquier parte del mundo.
Además, hay sensores que detectan movimientos extraños, fugas de agua o presencia de humo.
Comodidad: Al presentar cierta autonomía, puede resultar de utilidad para personas mayores o con movilidad reducida.