El juego sensorial es mucho más que entretenimiento: es una herramienta fundamental para el desarrollo infantil.
Explorar texturas, temperaturas, sonidos, colores y olores ayuda a fortalecer conexiones cerebrales, fomenta la motricidad fina y gruesa y favorece la autorregulación emocional.
Todo ello es beneficioso para todos los niños y está especialmente recomendado para peques con hipo o hipersensibilidad sensorial, TEA, TDAH, retraso madurativo o dificultades motoras.
Las mesas sensoriales permiten cambiar el contenido según la propuesta de juego: arena, agua, arroz teñido, lentejas, espuma, conchas, piedras naturales…
Una de las mejores maneras de enriquecer el juego sensorial es usando lo que nos regala la naturaleza:
Hojas, piñas, piedras, ramas, tronquitos, cortezas, flores secas.
Arena, tierra, semillas.
Agua con colorantes naturales o flores flotantes.
Palas, cucharas, coladores.
Embudos, recipientes, botes traslúcidos.
Pinzas, pipetas o goteros (excelentes para ejercitar la motricidad fina).
Lupas, prismáticos o microscopios para convertirlo en un rincón de pequeños exploradores.
Bolas sensoriales texturizadas.
Rodillos y moldes de madera para crear formas en la arena o arcilla.
Cajas de tesoros sensoriales.
Motricidad fina y coordinación ojo-mano.
Desarrollo sensorial e integración sensorial.
Lenguaje y comunicación (hablar sobre lo que sienten y descubren).
Autonomía y autoestima.
Juego cooperativo y social si se comparte con hermanos o amigos.
Los rincones sensoriales están recomendados por terapeutas ocupacionales y psicomotricistas para:
Niños con dificultades de procesamiento sensorial.
Peques con TEA que necesitan experiencias controladas de estimulación.
Niños con alteraciones motoras que requieren juegos estructurados y adaptados.
Espacios relajantes para ayudar en momentos de sobrecarga o ansiedad.
En jardines: Puedes crear un rincón permanente o estacional.
Añade un toldo o sombrilla para regular la luz.
En terrazas: Usa mesas sensoriales plegables o bandejas sobre mesas pequeñas o sillas.
En balcones pequeños: Un pequeño huerto portátil, una bandeja sobre una silla o incluso en el suelo con una alfombra impermeable es suficiente para empezar.
Si siempre adapta el nivel de estimulación al niño.
Si observas señales de incomodidad, reduce o cambia los materiales.
El objetivo es que el juego sea siempre un espacio de disfrute, no de obligación.
Jugar es aprender.
Explorar es crecer.
¡Y cada rincón sensorial es una oportunidad de descubrir el mundo a través de los sentidos!