Lo primero es comprobar que la pantalla no se haya dañado si no funciona, que se encuentre partida debido a una caída. Otra opción que tienes es limpiar bien la superficie. Si posee algún adhesivo, lo mejor es retirarlo y usar líquidos especiales de limpieza de pantallas para pantallas táctiles. Es posible que el exceso de suciedad, como también las grasas, esté impidiendo que la pantalla responda a las actividades táctiles.
Una solución es reiniciar el equipo en modo seguro. En este caso, debes presionar el botón de “Apagar”. Al hacerlo, aparecerá una ventana en la que se especifica que si deseas “Reiniciar el equipo en modo seguro”. Así, el procesador y la memoria RAM se dan un respiro. Es importante que tengas en cuenta, que si esta es la situación, ahora que tu teléfono ha obtenido un respiro, optimices su potencial.
Para ello, tendrás que eliminar algunas aplicaciones, o bien, estudiar qué aplicaciones están demandando el uso de más recursos. Generalmente, en estos casos, aplicaciones como videojuegos o apps que trabajan en segundo plano son las que más afectan al rendimiento. Ahora bien, también puedes percibir esto desplegando el menú de notificaciones. Si al hacerlo, se retiene con frecuencia esta interfaz, quizá tengas un problema local.
Una opción sencillísima de no borrar aplicaciones específicas, es dirigirte a la opción de restablecer el equipo a su punto de fábrica. Esto se realiza a través del menú de “Ajustes”. Si ninguna de estas opciones te sirve, lo mejor es pensar en cambiar la pantalla por una nueva de repuesto que puedes encontrar en ilevante.com. No si no quieres hacerlo por ti mismo, puedes consultar cuánto cuesta el cambio de la pantalla o además acudir a profesionales en reparación.