Según el Global Report on Assistive Technology de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), más de 2.500 millones de personas en el planeta necesitan uno o más productos asistivos para desarrollar su vida diaria.
Sin embargo, una gran parte de esa población no accede a ellos, lo que limita sus posibilidades de educación, empleo y participación plena en la sociedad.
La tecnología asistiva es una herramienta que transforma vidas y abre caminos hacia la inclusión laboral y social.
Desde sillas de ruedas ergonómicas hasta lectores de pantalla y dispositivos de comunicación aumentativa, estos productos son mucho más que simples objetos: son oportunidades.
Tecnología asistiva: una aliada para la inclusión laboral
Hablar de inclusión laboral implica crear espacios de trabajo donde todas las personas tengan igualdad de oportunidades.
Aquí es donde la tecnología asistiva juega un rol decisivo.
Por ejemplo, una persona con discapacidad visual puede desempeñarse con eficacia en un puesto administrativo si cuenta con software lector de pantalla y teclados adaptados.
Empresas de diversos sectores han comprobado que incorporar personas con discapacidad a sus plantillas, con el apoyo de tecnología asistiva, genera resultados positivos.
De hecho, el informe de la OMS destaca que las compañías inclusivas reportan ingresos un 28% superiores en comparación con aquellas que no lo son.
Esto ocurre porque se aprovecha el talento diverso, se fomenta la creatividad y se mejora el clima organizacional.
Beneficios sociales más allá del trabajo
El impacto de la tecnología asistiva no se limita al lugar de trabajo.
También mejora la vida social y comunitaria de quienes la utilizan.
Una silla de ruedas adecuada permite a una persona desplazarse de manera independiente, asistir a eventos o participar en actividades culturales.
Un audífono o implante coclear puede evitar el aislamiento y fortalecer la autoestima.
El acceso a productos asistivos de calidad también reduce la carga sobre las personas cuidadoras y familiares, quienes pueden retomar sus actividades cotidianas con mayor tranquilidad.
Esta independencia beneficia a todo el núcleo familiar y contribuye al bienestar colectivo.
Una inversión con retorno asegurado
Invertir en tecnología asistiva es una decisión inteligente desde el punto de vista económico.
El informe global de la OMS señala que por cada dólar invertido en productos asistivos, se pueden generar hasta nueve dólares de retorno económico en países de ingresos bajos y medianos.
Este retorno proviene de la mayor productividad laboral, la reducción de hospitalizaciones y la menor dependencia de ayudas estatales.
Además, al brindar acceso a tecnología asistiva se fomenta la educación de las personas con discapacidad, lo que a largo plazo eleva sus posibilidades de conseguir empleo y generar ingresos.
Este círculo virtuoso impacta positivamente en las economías locales y nacionales.
Ejemplos de productos que marcan la diferencia
Lectores de pantalla y software de reconocimiento de voz: ideales para personas con discapacidad visual o motriz.
Sillas de ruedas motorizadas y prótesis: permiten autonomía en la movilidad y mejor calidad de vida.
Aplicaciones móviles adaptadas: ayudan en la organización diaria, recordatorios de medicación y accesibilidad digital.
Cada uno de estos productos puede parecer pequeño, pero para quien lo necesita significa la posibilidad de estudiar, trabajar, comunicarse y vivir con dignidad.
Impacto en el desarrollo sostenible
El acceso a tecnología asistiva no beneficia solamente a las personas con discapacidad; también impulsa el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Promueve el trabajo decente y el crecimiento económico (ODS 8), garantiza educación de calidad (ODS 4) y contribuye a la reducción de desigualdades (ODS 10).
En otras palabras, es una inversión en un futuro más justo e inclusivo.
Desafíos por superar
Aunque los beneficios son claros, el informe de la OMS advierte que aún existen barreras que limitan el acceso.
Entre ellas se destacan el costo elevado de los dispositivos, la falta de información, la escasez de personal capacitado y la distribución desigual de los productos, especialmente en zonas rurales.
Superar estos desafíos requiere un compromiso conjunto entre gobiernos, empresas y sociedad civil.
Programas de subsidios, alianzas con fabricantes y campañas de sensibilización son algunos de los caminos posibles.
La tecnología asistiva es un motor de inclusión laboral y social.
Es una inversión que genera beneficios económicos, mejora la calidad de vida y contribuye al desarrollo de comunidades más justas.
Si bien los desafíos son grandes, el potencial de cambio es aún mayor.
Fuente: OMS – Global Report on Assistive Technology
¿Conoces a alguien que utilice tecnología asistiva en su trabajo o vida diaria?
¿Crees que las empresas de tu país están listas para aprovechar todo su potencial?
Cuéntanos en los comentarios y sigamos conversando sobre inclusión.