Si tu hijo pequeño ya no suele tener problemas para dormir toda la noche, el traslado al cuarto de su hermano supondrá innumerables beneficios para los dos.
Dormir juntos se afianzarán los lazos de unión y se fortalecerá el sentimiento de formar parte de una familia.
Además ya no tendrán miedo por la noche, no se sentirán solos.
El hijo pequeño se hará más independiente y el mayor verá que confías en él, intentará ser un ejemplo a seguir.
Y sobre todo, se lo pasarán estupendamente jugando juntos.
Los niños pequeños descansan mejor acompañados de su hermano mayor y en la mayoría de casos los más grandes aceptan bien que tienen que compartir su cuarto.
Los padres suelen pensar que el llanto del pequeño pueda despertar a su hermano.
Seguramente ni se entere, aunque a los padres sí les despierte.
Además si se queda un dormitorio libre, este suele estar destinado a una zona de juegos para los dos.