Hay quien afirma que, compartir la cama con los hijos, no es bueno para el desarrollo cognitivo de los niños. De hecho, hay estudios que aseguran que los bebés deberían abandonar el lecho materno a partir del tercer mes de edad. Según el investigador Margot Sunderland, autor del libro “La ciencia de ser padres”, los niños pueden dormir con los padres hasta los 5 años de edad y, según Nils Bergman, director de Maternidad del Hospital de Mowbray, los niños no deberían dormir con papá y mamá más allá de los 3 años. Los niños que duermen con sus padres sufren menos traumas e inseguridades a lo largo de su vida. Un estudio realizado por el profesor Bergman, resolvió que los niños pequeños que duermen solos en sus cunas tienen un nivel de estrés tres veces superior al de los niños que duermen sobre el pecho de su madre. Además de padecer menos estrés, los bebés que comparten cama con sus padres tienen menos interrupciones en los ciclos del sueño y, por tanto, descansan mucho mejor. Es lógico que los bebés quieran dormir con sus padres, en parte porque se sienten protegidos y seguros, pero fomentar este tipo de actitudes desde bien pequeños puede suponer un patrón de conducta que afecte a su comportamiento en el futuro.