Pasar del capazo a la silla de paseo puede ser muy gratificante para el bebé y, consecuentemente, para toda la familia.
Ir sentado en la silla de paseo permite: Más capacidad de movimiento al bebé.
Mayor campo visual: cuando está estirado, el pequeño solo ve el cielo, los árboles y a sus padres, mientras que al ir sentado puede observar todo lo que pasa a su alrededor (coches, motos, otros cochecitos, perros…).
Más estímulos: si la silla de paseo mira hacia ti, es casi inevitable hablar con el pequeño e ir explicándole qué es cada cosa que ve, de dónde viene los ruidos…
Con ello, estás trabajando su capacidad de atención/concentración y a su vez el pequeño empieza a oír/almacenar palabras que más adelante le ayudarán a expresarse.
En definitiva, pasar del capazo a la silla de paseo es descubrir al pequeño una enorme ventana al mundo.
Se potencia el desarrollo del bebé (que explora, aprende, de su entorno) y al mismo tiempo aumenta su grado de entretenimiento (por lo que es probable que, una vez sentados, los pequeños disfruten de paseos más largos).
Es importante no precipitarse: sentarlo antes de tiempo podría dañar la espalda y el cuello del pequeño.
No obstante, sí que te apuntamos algunas pistas para saber si tu bebé está preparado para estrenar la silla de paseo:
Si sostiene perfectamente la cabeza por sí solo.
Si se mantiene sentado (en el suelo, en la hamaca, en la trona…).
Si siente curiosidad e intenta asomarse a través del capazo.
Si el capazo se le ha quedado pequeño.
Si se queja al ir tumbado y pide que lo cojas en brazos.