Primero de todo, debemos de tener en cuenta que, aunque no contemos con sistemas de ventilación mecánicos integrales, sí que necesitamos una ayuda en las zonas húmedas. Las dos soluciones más básicas son los extractores de baño y las campanas de cocina. Ambas se colocan en las dos zonas principales húmedas del hogar: los lavabos y donde cocinamos. Y se encargarán de eliminar los malos olores, el humo, el aire viciado y sobre todo la contaminación generada por basuras y el uso de productos químicos.
Una buena recomendación es, siempre que sea posible, alojar la lavadora en una zona de gran ventilación o una terraza cubierta. Para tender la ropa, lo ideal es que sea en exteriores y evitemos siempre que sea posible tener ropa mojada dentro de casa. En el caso de los sótanos, lo ideal es que instalemos un extractor de aire.
En los dormitorios y en el salón, abrir las ventanas cada día será imprescindible. También podemos crear corrientes de aire al abrir una ventana y una puerta si ambos dan al exterior, lo que no solo logrará potenciar la ventilación natural, sino que en verano nos será de ayuda para refrescar las estancias. Si no disponemos de sistemas de ventilación mecánicos, en invierno también es necesario ventilar de manera natural.
Aunque haga frío. Lo ideal es hacerlo después de usar la calefacción, para evitar de esa forma problemas de condensación. Lo más recomendable es abrir las ventanas antes de salir de casa, justo cuando apaguemos la calefacción. Tras un mínimo de diez minutos con las ventanas abiertas, podemos volver a cerrar y ya habremos ventilado. Es necesario hacerlo una vez al día. También es recomendable, para potenciar la ventilación natural en invierno y en verano, que usemos tejidos naturales en las cortinas, manteles y trapos, dejando de lado los sintéticos.