Cuando hablamos de ayudar a los ancianos debemos pensar que cada persona es un mundo.
En su día a día los ancianos son ayudados a las tareas del hogar como limpiar, lavar y planchar la ropa.
También se les ayuda a hacer la cama, cuidar el césped y ayudarles con pequeños arreglos en casa.
Por otro lado, se les ayuda a hacer las comidas diarias asegurándonos de que cumplen con una dieta equilibrada.
Si deben medicarse, les ayudaremos a administrar y dosificar los medicamentos que requieran.
Los ancianos tienden a olvidar sus dosis o confundir las pastillas, por lo que esta es una tarea imprescindible para cuidar de su salud.
En paralelo a esta idea se encuentra la necesidad de los ancianos de desplazarse al centro de salud o al hospital.
En este sentido debemos transportarles y acompañarles, puesto que de otra manera se les haría imposible acudir a sus citas periódicas.
El acompañamiento diario es una de las actividades que más demanda una persona anciana.
La soledad es un lastre con la que muchas personas mayores conviven a diario.
Por ello es necesario que se sientan acompañadas y no se sientan solas.
Otro de los problemas generales de las personas ancianas es el inmovilismo y la falta de fuerza para realizar ejercicio.
Es necesario que tengan a alguien que les ayude a moverse y no permanecer sedentarios.
El inmovilismo es el comienzo de muchas enfermedades que pueden surgir a estas edades.
Por eso podemos acompañarlos a realizar ejercicios prescritos por un médico, caminar o realizar algunos cuidados básicos.
Las personas mayores necesitan compañía y sentir que son queridos por alguien en su etapa más avanzada de vida.
Es necesario ir más allá.
En ocasiones, cubrir las necesidades de una persona (y más si es mayor) no consisten solo en cuidar de sus necesidades básicas sobre alimentación o cuidados físicos.