También son conocidas como puertas RF (Resistentes al Fuego) y se clasifican por el tiempo de resistencia.
Así, una puerta RF-60 resiste 60 minutos al fuego.
Las más comunes son las pivotantes metálicas, que cuentan con un sencillo sistema de apertura para salir con facilidad si es necesario.
Consiste en una barra antipánico que se activa presionándola para abrir la puerta.
Su función es actuar de barrera para evitar el avance del fuego.
Se instalan en grandes superficies, como almacenes extensos o edificios altos, dividiéndolos en zonas más pequeñas o compartimientos.
En caso de incendio, cierran y aíslan la zona donde están las llamas y facilitan así las labores de evacuación de personas por el otro lado.
También evitar la inflamación de estructuras y mobiliario de alrededor.
Es muy importante que las puertas cortafuego dispongan de un sistema de autocierre y que, cada vez que pase una persona, se cierre por si sola tras de sí.
Además, las hojas y marcos tienen que estar bien ajustados para que impidan el paso de gases calientes y humos al otro lado.
De esta manera, en caso de incendio, se evita que las personas que tienen que evacuar puedan intoxicarse por inhalación.
Todos los componentes de la puerta son resistentes al fuego (bisagras, tornillos, interior, marco…) y tienen que tener un sistema de cierre hermético para el momento en que se precise.
Por eso la cerradura suele ser de plástico, para que se derrita con el calor y no deje pasar oxigeno que avive el fuego.