A la hora de elegir un grifo para el cuarto de baño, hay varios aspectos a tener en cuenta: diseño, tipo de instalación, acabados,…
Los acabados más habituales que suelen tener los grifos son los siguientes:
Acero inoxidable: Fáciles de limpiar y mantener, resistentes a la oxidación.
Compuestos de una mezcla de aleación de acero y cromo, es un material de vida muy larga.
Cromado: Son los grifos más comunes, creado por un acabado en cromo electrolítico sobre latón macizo.
Mucho más brillantes que los de acero inoxidable y tienen una tonalidad plateada.
Es un material muy noble y con larga vida útil, sobre todo tendiendo en cuenta que la grifería de la ducha debe ser resistente al agua.
El cromo o el níquel cepillado son excelentes opciones para casi cualquier espacio.
El acero inoxidable es ideal para cocinas, mientras que el negro mate y el bronce aceitado funcionan muy bien en decoraciones más específicas.
Grifos monomando: Permite regular la temperatura y la cantidad de agua con una sola manilla.
Son los que se instalan habitualmente en lavabos y bidés.
Grifos temporizados: Estos grifos proporcionan ahorro y comodidad.
Se accionan mediante un sensor o pulsador y se cierran automáticamente al pasar un tiempo determinado.
Termostáticos: Estos grifos permiten mantener la temperatura del agua constante cuando el agua llega a la temperatura exigida con lo que se consigue un ahorro importante de agua.
Se utilizan normalmente para duchas y bañeras ya que se bloquean a los 38 grados para evitar el riesgo de quemaduras para los niños y mayores pudiendo desbloquearse al pulsar un botón.