La grifería electrónica es la que abre o cierra la corriente de agua de manera automática, en función de si detecta la presencia de las manos del usuario.
Se trata de un sistema que permite reducir de manera considerable el consumo de agua, debido a que funciona con la máxima eficiencia.
Tanto su caudal como la temperatura que alcanza el agua se pueden regular con antelación, aunque también existe la posibilidad de realizar la graduación de forma manual, con una palanca o válvula termostática.
Los grifos automáticos proporcionan una serie de beneficios que detallamos a continuación: Ahorro en el consumo de agua.
Ahorro en el consumo de agua que puede reducir a la mitad el volumen total de agua utilizada en cada ocasión.
La grifería electrónica incorpora varias medidas de seguridad, como un dispositivo por el que es capaz de cerrar la salida del agua si se sobrepasada un plazo de tiempo que podemos predeterminar.
Otra ventaja de la grifería electrónica en comparación con la tradicional es la limpieza.
El lugar más común para la instalación de la grifería electrónica son los baños, en los que se pueden colocar en lavabos, duchas y bidés, y en la cocina, en concreto en el fregadero.
Los grifos automáticos basan su funcionamiento en un sensor de infrarrojos que está integrado en el propio caño.
Cuando se produce una intromisión física en el haz de luz, se abre una electroválvula y el agua fluye.
Cuando el corte del haz desaparece, el flujo del agua se cierra.
Unas baterías o una batería sirven de fuente de alimentación.
Otro sistema de funcionamiento que pueden emplear es un radar que emite una señal y se conectan a la red eléctrica, aunque están menos difundidos.
Cuando se detecta una alteración en la onda la señal emitida, el grifo se activa y fluye el agua.
En el caso de una ducha, se establece durante la fabricación del grifo una distancia a partir de la cual se pone en marcha el flujo del líquido.