Los sensores de movimiento, comúnmente conocidos como detectores PIR, funcionan detectando los cambios en los niveles de radiación infrarroja que emiten los cuerpos en movimiento. Son ideales para áreas donde no se requiere una detección constante, como pasillos, baños o garajes. No detectan presencia si no hay movimiento continuo, lo que puede resultar en apagado de luces aunque haya personas aún en la sala. A diferencia de los sensores de movimiento, los sensores de presencia están diseñados para detectar la presencia humana de manera más continua y precisa, incluso si la persona está quieta o realizando movimientos mínimos. Son perfectos para espacios donde las personas permanecen por períodos prolongados, como oficinas o salas de estudio. En el hogar, instalar sensores de movimiento en garajes, pasillos o baños puede reducir el tiempo en que las luces están encendidas sin necesidad, disminuyendo la factura de electricidad. Los sensores de presencia son más adecuados para instalar en habitaciones donde las personas pueden permanecer inmóviles durante largos períodos, como la sala de estar o un estudio, asegurando que las luces permanezcan encendidas mientras la habitación esté ocupada y se apaguen cuando todos salgan. Al elegir el tipo de sensor más adecuado para cada espacio y necesidad, podemos maximizar los beneficios de esta tecnología y dar un paso adelante hacia un futuro más sostenible.