Las sartenes alcanzan altas temperaturas y eso hace que los materiales se vuelvan más inestables y desprendan algunas partículas de las que están hechos.
Podemos considerar que una sartén es saludable, cuando no es capaz de transmitir “nada”, y cuando digo nada es nada, a los alimentos que se cocinen en ella a lo largo de su vida útil.
Y esto, ¿ como se puede garantizar?
Pues la única forma de garantizar esto, es que no contenga ningún material que pueda desprenderse, en cualquier condición de uso.
Es decir, lo primero a considerar si quieres tener sartenes saludables, es que el material del que esté hecha, sea lo suficientemente fuerte, como para que de él no salga ni una micra, aunque se caliente mucho más de lo normal.
Lo segundo a tener en cuenta, es que no contenga ninguna sustancia tóxica.
Si la sartén no contiene ningún material o sustancia que pueda ser tóxico para el ser humano, pues será saludable porque la sartén en sí no formará parte de lo que comes.
Estas dos son las variables más importantes a tener en cuenta.
En resumen, el quid de la cuestión es el material/es que contiene la sartén.
Pero claro esto es fácil decir y difícil de encontrar.
Hoy en día con la variedad de marcas y materiales que hay en el mercado, probablemente encontramos muy pocas sartenes que nos garanticen esto, eso sí, encontraremos mucha publicidad en la que nos aseguran que esa sartén está libre de tóxicos, de PFOA, teflón, de BPA, etcétera, etcétera.
La realidad, es que las sartenes, en general, no están hechas de un único material.
Normalmente, llevan múltiples capas de distintas aleaciones y recubrimientos de diferentes sustancias.