Hablamos de los torii, los arcos o puertas que son uno de los símbolos más característicos de la arquitectura y religión del país asiático. Estas construcciones se conforman por dos pilares de gran altura, situados de forma paralela, que en la parte superior están unidos por otros pilares horizontales, lo que en conjunto les da la apariencia de un arco. La madera es el material con el que se optó por construirlas en el pasado, en particular, con la madera de los árboles alcanforeros. Otros más modernos han sido elaborados con acero, cobre u hormigón. Comúnmente son de color rojo, dado que se cree que esta tonalidad puede brindar protección y vitalidad. No es al azar que gran parte de los torii están emplazados en el camino que lleva a los santuarios o al lado de ellos. El hecho que sean instalados en esos puntos obedece a una sola razón: representan la línea que divide el mundo sagrado del profano. Cuando las personas pasan por debajo de un torii significa que están ingresando a un tereno considerado espiritual, por lo que deben realizar una reverencia antes de cruzar. Además, en Japón se percibe a los torii como algo que aleja a los espíritus malos y atrae la buena suerte. El nombre torii proviene de dos kanjis: tori, que se puede traducir como pájaro, y la terminación i, que quiere decir lugar. Todo ello se puede entender como “lugar para los pájaros”. Esto también tiene un significado especial, dado que en la religión sintoísta los pájaros son seres que pueden ayudar a enviar mensajes a los kami, es decir, las deidades y seres sobrenaturales.