Una cerradura magnética consiste en dos partes principales: una placa de armadura de metal, que se instala en la puerta, y un electroimán, que se monta en el marco de la puerta. Cuando la cerradura está «cerrada», el electroimán se activa, creando un campo magnético que atrae a la placa de armadura. Esta atracción mantiene la puerta cerrada hasta que se corta la corriente eléctrica, desactivando el electroimán y liberando la placa de armadura, lo que permite que la puerta se abra. El electroimán se compone de una serie de bobinas de alambre que, cuando se energizan, crean un campo magnético. La placa de armadura se monta en la puerta y, cuando el electroimán está activo, la placa es atraída hacia él, cerrando así la puerta. Una cerradura magnética requiere un suministro de energía constante para mantener la puerta cerrada. Cuando se interrumpe la corriente, la puerta se libera.