El colecho, o dormir junto a los padres, es una práctica cada vez más recomendada por los especialistas durante los primeros meses de vida del bebé para fortalecer su desarrollo físico y emocional. Sin embargo, también es cuestionado por expertos en trastornos del sueño, quienes sugieren que después del cuarto mes, el bebé debe dormir en su propia habitación para evitar efectos perniciosos en su desarrollo. Desde el punto de vista psicológico, dormir con los padres puede interferir en la independencia y el crecimiento físico del niño. En los primeros tres meses, se recomienda mantener la cuna del bebé cerca de la cama de los padres para facilitar el cuidado y la monitorización, pero luego es importante crear un espacio propio para el bebé. Las horas de sueño recomendadas varían con la edad, siendo entre 10 y 18 horas para recién nacidos, y disminuyendo gradualmente hasta llegar a 10-12 horas para niños escolares. Establecer hábitos saludables de sueño, como una rutina relajante y una hora consistente para dormir, es fundamental para promover la independencia del sueño en los niños. Para los más pequeños, un baño tibio, cantarles una canción de cuna, y una luz suave pueden ayudar a prepararlos para el sueño. A medida que crecen, mantener una hora consistente para dormir, prepararlos con un pijama cómodo, y realizar actividades tranquilas antes de dormir son clave. Crear un entorno propicio para el sueño, con comodidad, seguridad y tranquilidad, es esencial para el desarrollo físico y emocional de los niños. Inculcar estos hábitos es un regalo duradero para los niños, permitiéndoles gestionar su propio sueño de manera efectiva y disfrutar de un descanso nocturno de calidad a lo largo de su vida. La higiene del sueño es parte de una crianza responsable, ya que tiene un impacto positivo en el desarrollo y crecimiento de los hijos.