Los accidentes más comunes que ocurren en el aseo son: quemaduras, caídas, intoxicaciones por ingestión de productos o heridas.
Para evitar las quemaduras que se producen principalmente porque el agua está demasiado caliente, podemos instalar un termómetro de agua que nos indique la temperatura antes de introducir al niño.
Caídas: Mantener el suelo lo más seco posible en todo momento, no sólo por caídas del pequeño, también los adultos con el peso del niño en brazos somos más susceptibles de perder el equilibrio ante una superficie resbaladiza.
En la bañera o la ducha el suelo suele ser deslizante, se puede tratar la superficie con productos que convierten la superficie en antideslizante aún en medio húmedo.
Además de favorecer la seguridad, debemos fomentar la autonomía del niño facilitando el desarrollo motriz, por ello las asas de bañera y ducha como elemento de sujeción, así como los alzadores adecuados se convierten en grandes aliados para pequeños y comodidad para los adultos.
Los cosméticos y los medicamentos, además de ser productos de uso habitual, son atractivos en olores y colores por lo que el niño, con poca o escasa percepción del riesgo, intentará descubrir su contenido ya sea a través del tacto o de la boca.
Para evitar intoxicaciones por ingestión todos estos productos deben estar alejados del acceso y la manipulación infantil, mediante bloqueadores que soporten el medio húmedo donde se encuentran.
La única medida excepcional es NO dejar NUNCA al niño sin supervisión en el interior del cuarto de baño.
La prevención como siempre y la adaptación del espacio a las necesidades de los niños son los mejores aliados para conseguir que el baño deje de estar en los primeros puestos del ranking de accidentes infantiles y la hora del baño en los más pequeños sea el momento de disfrutar de papá y mamá, haciéndolo mucho más divertido y placentero.