Los ladrones colocan hilos de pegamento, casi imperceptibles a la vista, que suelen situarse en la parte donde se unen las puertas con los marcos.
De esta forma, se desprenden cuando se abre y cierra la puerta, alertando a los ladrones de que alguien ha entrado o salido de la casa.
Pegar celo entre la puerta y el marco es otra de las maneras de comprobar que nadie entre en la casa.
Si alguien abre la puerta en algún momento, el celo transparente se suela y, de este modo, los ladrones ya advierten que la casa no está deshabitada.
Otro de los testigos más utilizados es una pieza de plástico.
Si la incorporan en la puerta, y posteriormente no ha sido quitada, ven que no hay nadie en la vivienda.
También es una forma que tienen los ladrones de comprobar si los delincuentes tienen una vivienda como objetivo, la rompen, y si ven que no se repara, es señal de que pueden entrar.
Los ladrones colocan trozos de papel o cartón en las puertas.
Si las colocan y siguen en el mismo sitio, significa que nadie ha entrado en casa y, por tanto, que la vivienda está vacía.
También pueden insertar en las cerraduras pequeñas bolas de papel.
El modus operandi es muy similar, y así, saben que la vivienda está vacía en el momento del robo.