Pregunta antes de actuar: Siempre pregunta si la persona necesita ayuda antes de empezar a guiarla.
No asumas que la necesita.
Identifícate: Si la persona no te conoce, preséntate primero y explícale que estás disponible para ayudar.
Ofrece tu brazo: En lugar de empujar o tirar de la persona, ofrece tu brazo para que pueda sujetarse.
Esto les da más control y confianza al moverse.
Describe el entorno: Mientras caminas, describe los cambios importantes en el entorno, como escalones, rampas o puertas.
Sé claro al dar indicaciones: Usa términos direccionales simples, como «a la izquierda» o «a la derecha», en lugar de señalar o decir «por aquí».
Informa sobre obstáculos: Menciona cualquier obstáculo a la altura del pecho o cabeza, como ramas o letreros bajos, para que la persona pueda evitarlos.
Avisa de cambios en el terreno: Si hay una pendiente o el suelo cambia (de asfalto a césped, por ejemplo), informa a la persona para que esté preparada.
Mantén un ritmo constante: Trata de caminar a un ritmo cómodo y regular para que la persona pueda seguirte fácilmente.
Ten paciencia: Cada persona tiene su propio ritmo y nivel de comodidad.
No apresures el proceso.
Comunica los finales de trayecto: Si llegas a una puerta, asiento o escalera, asegúrate de avisar cuando lleguen y describe la situación.