Los grifos monomando son los más populares actualmente, ya que han relegado a un segundo plano a los que cuentan con dos llaves.
Existen en el mercado gran variedad de tipos de grifos monomando, entre los que podemos destacar:
Grifos de repisa: se colocan en la encimera, por lo que son muy fáciles de instalar.
Grifos empotrados: están integrados en la pared, por lo que se enganchan directamente en la tubería y son más difíciles de colocar.
Su ventaja: una estética más moderna y minimalista, así como una limpieza más sencilla.
Grifos de caño alto: este tipo de grifos es más alto y, por lo tanto, la longitud del caño es mayor.
Esta elevación facilita los movimientos bajo ellos.
Grifos abatibles: se pueden mover para dejar mayor espacio de maniobra durante la limpieza.
Grifos extraíbles: tienen una manguera al final del caño que permite alargarlo y que el agua llegue más lejos de lo que alcanzaría un grifo fijo.
Grifos con temporizador: habituales en lugares públicos para evitar descuidos, se ponen en funcionamiento mediante un sensor o con un pulsador y se apagan automáticamente después de un tiempo.
Grifos con regulador de caudal: cuentan con una pieza en el caño que reduce el agua que sale por el grifo al añadir aire al flujo.
La principal ventaja es que no afecta al confort, ya que la diferencia no se percibe.
Grifos de pedal: se ponen en funcionamiento con el pie, por lo que no es necesario activarlos con las manos.
Resultan muy prácticos en cocinas, sobre todo profesionales, para obtener agua sin manchar los mandos o sin soltar el menaje que se esté fregando en ese momento.
Los grifos termostáticos permiten seleccionar la temperatura exacta del agua y cuentan con un segundo mando para regular el caudal, lo que permite ahorrar agua.