Cuando se diseña un espacio, sea el que sea, se debe tener siempre en cuenta la función que se va a desempeñar en él.
Esto es muy importante en el caso de los baños, ya que los sanitarios y el mobiliario son fijos, es decir, no se pueden mover del sitio donde se instalan.
De ahí que sea prioritario saber qué queremos conseguir a la hora de proyectar la reforma o cambio de imagen de un baño o aseo y otros detalles como cuántas personas lo van a usar, si van a coincidir en el mismo momento, si hay que guardar toallas en él, si algún miembro de la familia que es muy alto…
Las preguntas esenciales a las que hay que responder para acertar con el diseño son:
¿Quieres instalar un inodoro convencional o de cisterna empotrada?
¿Un lavabo o dos?
¿Ducha o bañera?
Si es bañera, ¿de qué tipo: empotrada o exenta?
¿Hay bidé?
¿Necesitas un mueble con mucha capacidad de almacén o uno más ligero?
Muchas de esas cuestiones están relacionadas con la normativa sobre evacuación de baños del Código Técnico de la Edificación (CTE) en la que se indica la forma de desagüar de cada aparato, lo que repercute en la posición de cada elemento en el espacio.
Se deben cumplir las normativas que dividen las zonas del baño por volúmenes.
IP hace referencia al grado de protección contra la humedad y el polvo.
Es un número de dos cifras: la primera señala el nivel de protección ante polvo y la segunda frente a líquidos.
Un foco o aplique mal aislado puede dejar de funcionar o hacerlo incorrectamente por un exceso de humedad.
En general, un grado IP44 es suficiente para todas las lámparas del baño salvo las que quedan en la zona de la bañera o ducha -la más húmeda del baño- que deben ser IP68.