Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el suelo es un recurso finito, lo que implica que su pérdida y degradación no es recuperable en el tiempo.
Además, señala que la contaminación de los suelos afecta los alimentos que comemos, el agua que bebemos, el aire que respiramos y la salud de todos los organismos que habitan el planeta.
Una situación preocupante para la población, si se considera que 95% de los alimentos que se consumen provienen del suelo.
Además en México, más del 45% de los suelos están degradados, principalmente por la erosión hídrica y física, y sólo queda menos del 10% de los bosques que teníamos originalmente.
Uno de los estados más afectados por la deforestación es Veracruz, donde gran parte de los suelos están degradados a consecuencia de la ganadería extensiva.
La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestros suelos agrícolas.
Cuidar los suelos resulta elemental, ya que desde el comienzo de la humanidad, estos fueron fuente de sustento.