¿A los niños autistas les gusta cerrar las puertas?

Eric Ozuna
2025-10-05 17:51:40
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Cuando hablamos de estos dos diagnósticos nos referimos a diagnósticos de "manual", esto es, a "cajones" de síntomas que vienen incluidos en libros como el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5).
Estos diagnósticos no son "etiológicos", es decir, de "causa" médica.
Un paciente puede tener un TEL o un TEA por más de 3.000 causas médicas diferentes.
Habitualmente de origen genético.
El diagnóstico de los trastornos codificados en el DSM-5 debe tener una utilidad clínica: debe ser útil para que el médico determine el pronóstico, los planes de tratamiento y los posibles resultados terapéuticos en sus pacientes.
Pero no indican cuál es el motivo por el cual el niño tiene un problema en la comunicación.
De hecho lo que va a diferenciar un TEL de un TEA no es la capacidad comunicativa, sino la presencia de dificultades importantes en la socialización y la presencia de rituales y estereotipias (comportamientos motores repetitivos, aparentemente guiados y sin objetivo, como agitar las manos, mecer el cuerpo, golpearse la cabeza, morderse o darse golpes).
La forma de evaluación de las capacidades para el habla, el lenguaje o la comunicación y sus conclusiones, viene condicionada por la edad del niño.
El inicio de los síntomas se produce en las primeras fases del período de desarrollo y las evaluaciones precoces (por ejemplo, a los 3 años de edad), deben de ser analizadas con mucha precaución.
Las capacidades de lenguaje tienen que ser evaluadas en sus modalidades expresivas y receptivas, y cada una de éstas puede tener una gravedad diferente.
Si la capacidad de decodificación (de comprensión del lenguaje) está alterada la norma es que el diagnóstico diferencial, esto es, la diferenciación entre un TEA y un TEL, sea muy complicada.
Porque los niños con TEL que tienen la vertiente receptiva afectada pueden tener dificultades en el contacto ocular y su modulación social, en el juego simbólico, en el desarrollo de habilidades de atención conjunta, algunas estereotipias o manías, en fin, porque pueden tener síntomas de TEA sin ser TEA.
El TEL es difícil diagnosticar en niños muy pequeños.
Por ejemplo, a los 3 años es muy difícil determinar la cronicidad evolutiva de la capacidad comunicativa y su diferenciación con respecto a otros trastornos como el TEA puede ser muy difícil y a veces imposible.
Para hacernos una idea: por regla general, a los 4 años ya se podría hablar de "posible" TEL, para confirmar el diagnóstico a los 5 años, donde el proceso de evaluación suele conllevar un diagnóstico firme.
Por lo tanto, en muchos niños, la diferenciación entre un diagnóstico como el TEA y el TEL a edades como los dos años lleva más veces a errores diagnósticos que a otra cosa.
En general se debe informar sobre las evaluaciones realizadas a niños menores de 3 o 4 años, por lo general, de "riesgos" o "posibilidades" y no de diagnósticos.
Sin embargo, a pesar de la dificultad diagnóstica, parece prudente realizar valoraciones a niños en edades tempranas, desde los dos a los cuatro años, si existen aparentes dificultades lingüístico-comunicativas, con cierta frecuencia asociadas inespecíficamente a inquietud motora.
¿Para qué, si el diagnóstico diferencial del trastorno que padecen puede ser imposible?
PARA PROGRAMAR UN PROTOCOLO DIAGNÓSTICO MÉDICO Y SOBRE TODO UN TRATAMIENTO LO MÁS PRECOZMENTE POSIBLE.
Y esta es la idea esencial del presente post.
Divagar entre dos diagnósticos de "manual" poco diferenciables inicialmente no debe demorar el tratamiento, que en edades tempranas es básicamente, el mismo.
No son afortunadas las afirmaciones tan comunes como el "ya hablará, es muy pequeño", el soporte del pediatra y el sistema educativo son trascendentes, y existen medidas de screening útiles en la detección temprana del niño en riesgo de padecer un trastorno de la comunicación para profundizar en la evaluación por el neuropediatra y logopeda de los casos que lo necesiten, aunque no en todos los casos se va a confirmar el diagnóstico.
La intervención terapéutica debe contar con profesionales especializados en el tratamiento de la comunicación y el lenguaje, siendo el tratamiento más -o menos- multi e interdisciplinar en función de las dificultades del paciente.
Es importante tratar precozmente y con la intensidad necesaria.
Algunos niños necesitarán de tratamiento farmacológico para un TDAH (u otro trastorno) comórbido y otros niños no la necesitarán.
La intervención, dada la complejidad y persistencia de las dificultades, debe ser intensa (por lo menos en las primeras edades) y de larga duración.
Una buena noticia: ¡la mayoría de los pacientes van a evolucionar positivamente!