Inspecciona puertas y ventanas. Puedes hacerlo siguiendo estos pasos: Prueba con una vela o incienso: Enciende una vela o incienso y muévela lentamente alrededor del marco de las puertas y ventanas. Si la llama o el humo se mueven, hay corrientes de aire. Revisa juntas y burletes: Busca grietas, huecos o sellos deteriorados que puedan estar permitiendo el paso del aire.
Instala burletes y selladores. Los burletes son tiras adhesivas que se colocan en los marcos de puertas y ventanas para bloquear el paso del aire. Cinta de espuma: Ideal para puertas y ventanas con pequeños huecos. Es fácil de instalar y económica. Gomas de silicona: Más duraderas y efectivas en juntas más grandes. Selladores de silicona: útiles para tapar grietas en los bordes o unir materiales como vidrio y madera.
Coloca cortinas térmicas. Las cortinas térmicas actúan como una barrera adicional contra el frío. Están hechas de materiales que bloquean la pérdida de calor y, además, pueden mejorar la decoración de tu hogar.
Usa aislantes en puertas. Para las puertas, existen opciones específicas como: Cepillos aislantes: Se colocan en la parte inferior de las puertas para evitar la entrada de aire. Placas aislantes: Se instalan en la cara interior de la puerta para reforzar el aislamiento térmico.
Refuerza las ventanas con películas aislantes. Las películas adhesivas para ventanas son una solución sencilla y efectiva para reducir la transferencia de calor. Además, algunas también bloquean los rayos UV, protegiendo los muebles y cortinas.
Considera cambios estructurales. Si las fugas son muy significativas o si las ventanas y puertas están en mal estado, quizá sea momento de considerar reemplazarlas por modelos más modernos y eficientes. Busca ventanas de doble o triple acristalamiento y puertas con aislamiento térmico incorporado.