El suelo ha de ofrecer una seguridad contra cualquier riesgo laboral que pueda surgir en el día a día. Que sea regular, que ofrezca visibilidad. Que sea lo más llano posible y antirresbaladizo.
Electricidad: aunque lo más deseado es poder contar con una nave industrial que aproveche las máximas horas de luz natural por su situación y orientación, lo cierto es que el tipo de instalación que utilicemos es primordial para que nuestro trabajo dé buen resultado.
Habrá de ser lo suficientemente potente como para soportar la tensión requerida en nuestras tareas.
Y mucha atención a los posibles riesgos de incendio o explosiones que ciertas instalaciones en ciertos puntos pueden entrañar.
Iluminación: a colación del anterior punto, continuamos con la luz artificial, que será con la que funcionemos una vez que la luz natural ya no sea suficiente.
Además, antes de contar con este tipo de iluminación ya habremos considerado lo anteriormente comentado en relación al aprovechamiento de la luz natural.
Por ejemplo, si en ciertos puntos de nuestra nave industrial hubiera un mayor riesgo de producirse accidentes o caídas, será en ellos donde trataremos de tener una iluminación más potente.
Del mismo modo que deberemos tener en cuenta también los posibles reflejos o destellos luminosos que pueden darse en el lugar de trabajo y que suponen un riesgo laboral para los trabajadores.
Además, si tu nave industrial posee grandes dimensiones, has de saber que será más difícil que permita la entrada de luz natural y que contará con áreas complicadas de iluminar.
En este sentido, también deberás pensar en la iluminación de emergencia y en los puntos en los que la instalarás.
Higiene y Descanso: no podemos olvidar que una nave industrial es un lugar de trabajo como otro cualquiera y que, por tanto, los trabajadores de la misma han de contar con los mismos servicios con los que contarían en cualquier empresa.
Agua potable, baños y áreas de descanso, entre otros.
Limpieza: si hay algo en lo que sí se diferencian las naves industriales de una oficina es en el riesgo de sufrir accidentes laborales, por lo que este punto es de vital importancia considerarlo y plantear un calendario de limpieza periódica.
Seguridad: si bien hemos contemplado hasta ahora la seguridad del personal, también de vital importancia será el mantener la seguridad de nuestra nave industrial, puesto que en ella guardamos materiales y maquinarias de gran valor, incluso mercancías.
Y, cuando no estamos, corremos el riesgo de recibir visitas no deseadas.
Considerar la instalación de alarmas y de cámaras de videovigilancia.
Enfriar la nave industrial: obviamente, este punto dependerá en gran medida de la actividad que se desarrolle dentro de nuestra nave.
Seguridad ante incendios: ignifugar la nave, que los materiales ofrezcan resistencia al fuego, es lo que se establece en el Reglamento de Seguridad Contra Incendios en Establecimientos Industriales (RSCIEI) y es lo que debemos aplicar.
Calidad del aire: también las naves industriales tienen características especiales a este respecto como lugar de trabajo, por lo que la ventilación es otro de los factores a tener en cuenta y ha de respetar unos mínimos de calidad, de modo que nuestros trabajadores estén en un entorno laboral adecuado para el desarrollo de su profesión.
La renovación del aire, por lo tanto, es clave.
Control del ruido: no podemos olvidarnos de una correcta insonorización de nuestra nave, ya desde el momento en el que comenzamos a levantarla, y en el posterior desarrollo diario de los trabajos que se lleven a cabo en su interior.
Como ya hemos mencionado, aunque cada nave industrial esté diseñada para un tipo de trabajo diferente, en todas ellas hemos de tener en cuenta estos aspectos, eso sí, de forma adecuada a la actividad que desarrolle.
No exige los mismos parámetros una nave avícola que una nave industrial, pero en ambas deberemos atender a estos factores.