Se consideran zonas ATEX todas aquellas áreas donde se acumulen gases o polvos que puedan provocar algún tipo de explosión peligrosa, violenta o ardiente.
Para poder realizar la clasificación se deben tener en cuenta una serie de aspectos importantes:
Conocer el tipo de sustancia que da lugar a la atmósfera explosiva.
Presencia de la atmósfera explosiva: permanente, ocasional o esporádica.
Duración de la atmósfera explosiva.
Una vez se tengan en cuenta estos aspectos, se puede proceder a la clasificación de las zonas:
Zona 0.
Área en la que una atmósfera explosiva está presente de forma permanente.
Por ejemplo, recipientes con líquidos inflamables.
Zona 1.
Formación ocasional de una atmósfera explosiva.
Por ejemplo, zonas de llenado y vaciado de líquidos inflamables.
Zona 2.
Áreas en las que no es probable la creación de una atmósfera explosiva, o solo durante cortos períodos de tiempo.
Por ejemplo, cierres o sellados de válvulas o bombas.
Zona 20.
Se trata de áreas de trabajo sometidas a una atmósfera explosiva en forma de nube de polvo combustible, tanto de forma permanente como por un periodo prolongado.
Por ejemplo, los molinos de cereales.
Zona 21.
Formación ocasional de atmósferas explosivas.
Por ejemplo, en talleres de confección textil.
Zona 22.
No es probable la formación de atmósferas explosivas.
Por ejemplo, zonas cercanas a instalaciones que contienen polvo donde puedan provocarse fugas del mismo.
Clasificar las zonas Atex en función del riesgo: zona 0, zona 1, zona 2, zona 20, zona 21 y zona 22.
Para poder realizar la clasificación se debe tener en cuenta el tipo de sustancia, la presencia y la duración de la atmósfera.
Las zonas ATEX son aquellas áreas donde se acumulen gases o polvos que puedan provocar algún tipo de explosión peligrosa, violenta o ardiente.