La belleza en occidente ha sido tradicionalmente entendida como la simetría o proporción de la forma. Los japoneses, en cambio, tenían una filosofía distinta, donde los ideales estéticos nacen de un respeto hacia lo frágil, lo pasajero y lo ligeramente “defectuoso”. Es esta filosofía japonesa del siglo XII en la que se inspira este estilo decorativo que más bien podría considerarse un estilo de vida que ama lo natural, la imperfección y la huella del paso del tiempo. No existe una traducción exacta para el término Wabi-Sabi, sin embargo, sí podemos definirlo como una forma de ver y observar el mundo. Es una manera de vivir y percibir, aceptando el ciclo natural de crecimiento y decadencia propios de la vida. De la naturaleza se toman tres conceptos que se aplican a este estilo: nada es perfecto, nada es completo y nada permanece en el tiempo.
El Wabi Sabi nos invita a vivir de la belleza del día a día. Nos ofrece una pausa que nos permite disfrutar de la belleza de la imperfección, el silencio y la autenticidad. La belleza de lo Imperfecto En el Wabi Sabi existe un amor por la huella del tiempo que se encuentra latente en imperfecciones, arrugas, marcas, grietas, óxidos o pliegues propios del uso y el paso del tiempo. Esto no sólo no se considera un defecto de los objetos, materiales o telas, sino que se acepta como un valor que los convierte en únicos y valiosos.
Este estilo se vale de materiales naturales como el bambú, la madera, la cerámica, la piedra, el vidrio o el hormigón. Además, también se utilizan tejidos orgánicos como el algodón y la lana o y fibras como el yute o el lino. Es por ello que un mueble antiguo que se vea desgastado o un complemento con marcas del tiempo será muy valorado en un entorno Wabi Sabi, ya que sus características tan particulares no se podrán encontrar en un objeto recién comprado.
La filosofía japonesa, nos invita a apreciar lo que de verdad es esencial y nos hace desligarnos del lujo y, tal vez, encontrarlo en el valor de las cosas hechas a mano. Por tanto, se trata de un estilo sencillo y austero en el que los objetos superfluos meramente decorativos no tienen cabida. No será por tanto necesario llenar una vivienda de cosas, ni esforzarse por llenar todos los espacios en blanco. Los pocos complementos que adornen un espacio Wabi Sabi serán de tipo cotidiano: tazas, cuencos, platos o vasijas, así como plantas o flores del entorno natural. El Wabi Sabi hace suyo el lema menos es más, pero a diferencia del minimalismo, éste busca calidez en objetos de procedencia natural y en tonos ceranos a la tierra, no en la simetría, las formas geométricas simples o la frialdad en materiales y colores.