El cambio climático es, en la actualidad, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la sociedad. La creciente emisión de gases de efecto invernadero (GEI), ha provocado una complicada situación cuya solución está en manos de todos. Según la Comisión Europea el principal motor del cambio climático es el efecto invernadero. El CO2 producido por la actividad humana es el principal responsable del calentamiento global. Muchos de esos gases de efecto invernadero se producen de forma natural, pero debido a las actividades humanas, las concentraciones de algunos de ellos están aumentando en la atmósfera, sobre todo las de dióxido de carbono (CO2), metano, óxido nitroso, gases fluorados…. El CO2 producido por la actividad humana es el principal responsable del calentamiento global. En 2020, su concentración en la atmósfera había aumentado hasta un 48 % por encima de su nivel preindustrial (antes de 1750). Otros gases de efecto invernadero son emitidos por las actividades humanas en cantidades menores. El efecto invernadero del metano es mayor que el del CO2, pero el ciclo de vida de este gas en la atmósfera es más breve. El óxido nitroso, al igual que el CO2, es un gas de efecto invernadero que se acumula en la atmósfera durante décadas o siglos.
La Huella de Carbono se genera con la actividad del ser humano, bien sea en la cotidianeidad de un ciudadano, en una organización, en un evento, en la creación de un producto. La HC puede ser por el consumo de energía en el domicilio y/o en las instalaciones de empresas u otras entidades, los viajes, otros recursos utilizados como, por ejemplo, el papel.
Según la ONU en el año 2050 la población mundial se habrá incrementado en 2.000 millones de personas. Este incremento es inasumible si seguimos emitiendo gases de efecto invernadero al ritmo actual, ya que estos gases tienen un impacto directo en el calentamiento del planeta. Y nuestro planeta tiene un tope. + población = + emisión, pero = recursos ¡Y esta fórmula no funciona!