La Huella de Carbono es un indicador que mide el impacto que provocan las actividades del ser humano sobre el medio ambiente.
Conocer ese dato nos hace poder tomar conciencia del impacto de nuestra actividad en el planeta y tomar medidas.
El objetivo de la gestión de la HC es proporcionar bienes y servicios a un precio competitivo, que satisfaga las necesidades humanas y la calidad de vida, al tiempo que reduzca progresivamente el impacto ambiental, hasta un nivel compatible con la capacidad de carga estimada del planeta.
Como toda gestión, la determinación de la HC debe llevar implícito un proceso de mejora continua.
De esta forma, un primer estudio de esta naturaleza probablemente encuentre una serie de deficiencias en la manera en que una persona actúa o una empresa opera.
Corregir paulatinamente estas acciones es parte de la gestión de la HC que debe implementar la ciudadanía o la organización.
El cambio climático es, en la actualidad, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la sociedad.
La creciente emisión de gases de efecto invernadero, ha provocado una complicada situación cuya solución está en manos de todos.
Según la Comisión Europea el principal motor del cambio climático es el efecto invernadero.
Muchos de esos gases de efecto invernadero se producen de forma natural, pero debido a las actividades humanas, las concentraciones de algunos de ellos están aumentando en la atmósfera, sobre todo las de dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, gases fluorados…
En 2020, su concentración en la atmósfera había aumentado hasta un 48 % por encima de su nivel preindustrial.
Otros gases de efecto invernadero son emitidos por las actividades humanas en cantidades menores.
El efecto invernadero del metano es mayor que el del CO2, pero el ciclo de vida de este gas en la atmósfera es más breve.
El óxido nitroso, al igual que el CO2, es un gas de efecto invernadero que se acumula en la atmósfera durante décadas o siglos.
Los contaminantes distintos de los gases de efecto invernadero —incluidos aerosoles como el hollín— tienen efectos de calentamiento y refrigeración diferentes y también van asociados a otros problemas, como la mala calidad del aire.
Se calcula que las causas naturales, como los cambios en la radiación solar o la actividad volcánica, han contribuido en menos de 0,1 °C al calentamiento total entre 1890 y 2010.