La sala de lectura de una biblioteca, de un archivo o de un centro de documentación es un espacio abierto a los usuarios para consultar los documentos in situ y servir de apoyo a la lectura, el estudio o la investigación.
Aunque la función esencial de una sala de lectura no sea el almacenamiento de libros, este papel, siendo en principio atribuido al almacén, que es un espacio reservado al personal, no implica más que estanterías que ponen a disposición de los usuarios las obras más usuales.
En una sala de lectura, que es un lugar de trabajo, el silencio es obligado y se prohíben allí la comida y las bebidas para no dañar las colecciones.
Las salas de lectura a menudo se equipan con lectores de microfilms o microfichas para poder consultar los documentos conservados bajo esta forma.
Desde tiempo más reciente, las salas de lectura incluyen también puestos informáticos con acceso a sistemas integrados de gestión que permiten, en particular, consultar el catálogo y presentar una solicitud para obtener un documento conservado en el almacén.
Tales parques informáticos pueden ser de libre acceso o requerir una acreditación, o incluso una reserva para el banco de sala.
A veces, se instalan fotocopiadoras en las salas de lectura, para permitir a los lectores realizar una copia de un documento que les interesa, con el fin de poder consultarlo fuera de la sala.
Se dispone a veces en las salas de lectura de un espacio con aparatos que permiten hacer visibles documentos defectuosos: máquinas a leer, teleampliadoras, etc.