Las herramientas de orientación y comunicación se desarrollan en torno a la visión. Conseguir que cualquier persona pueda usar y disfrutar los entornos con seguridad, comodidad y autonomía es un reto para nuestra sociedad. Por ello, entre las acciones que realiza la ONCE, es prioritaria la de contribuir a que los entornos, bienes y servicios sean totalmente accesibles para las personas con discapacidad visual. La accesibilidad se ha convertido en uno de los mayores retos y es un indicador claro del progreso y del desarrollo social alcanzados. Las personas con discapacidad visual deben sustituir o complementar estas capacidades por habilidades perceptivas específicas que se apoyan en un mayor uso de los demás sentidos. Para facilitar el desenvolvimiento autónomo, resulta imprescindible, además, que los entornos dispongan de medidas para: a) Posibilitar la orientación en los espacios. b) Facilitar la localización de puntos de interés, objetos, etc. c) Minimizar los peligros y alertar de posibles riesgos. d) Recibir de forma comprensible la información disponible para realizar acciones, tomar decisiones, etc. e) Compensar las carencias para percibir los contenidos que son puramente visuales. Las medidas se encuentran recogidas en las distintas normativas, documentos técnicos y manuales y contemplan aspectos: Visuales: muchas personas conservan un resto de visión y un adecuado diseño ambiental permite su uso eficiente. Auditivos: que facilitan la orientación en los desplazamientos y permiten recibir información de alerta de posibles peligros. Táctiles: la instalación de texturas diferentes permite identificar o discriminar distintos espacios, descubrir el lugar en que se encuentra, así como estudiar los terrenos y las superficies por las que se desplaza para resolver de una manera satisfactoria la mayoría de las situaciones.