La terapia sensorial se basa en la idea de que el cerebro puede cambiar y adaptarse a través de la experiencia. Se enfoca en proporcionar estímulos sensoriales estructurados y repetitivos para ayudar a organizar y modular las respuestas sensoriales. Esto puede incluir la exposición a diferentes texturas a través del tacto, la integración de movimientos corporales a través del movimiento y el equilibrio, la exploración de aromas a través del olfato, la escucha de música a través del oído y la experimentación con diferentes sabores a través del gusto. La terapia sensorial se utiliza para tratar una variedad de trastornos y dificultades, incluidos los trastornos del procesamiento sensorial, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, el autismo, la ansiedad y más. Los terapeutas sensoriales trabajan con individuos de todas las edades y habilidades para desarrollar programas de tratamiento personalizados que aborden sus necesidades específicas. Estos programas pueden incluir actividades sensoriales estructuradas, como juegos de integración sensorial, técnicas de relajación y mindfulness, y ejercicios de modulación sensorial. La terapia sensorial puede ayudar a mejorar la autoconciencia y autorregulación, una mayor capacidad para enfrentar el estrés y la ansiedad, una mejora en las habilidades motoras y cognitivas, y una mayor participación en actividades sociales y recreativas. Además, puede mejorar la calidad del sueño, reducir el dolor y mejorar el estado de ánimo y el bienestar emocional en general. La incorporación de actividades sensoriales en la vida diaria, como tomar baños relajantes con sales de Epsom, practicar yoga o meditación centrada en los sentidos, y disfrutar de la música o el arte, puede ayudar a reducir el estrés y mejorar la calidad de vida.