El concepto de diseño universal surge a mediados de la década de los noventa del siglo pasado para expresar la necesidad de adecuar nuestros diferentes contextos al máximo número de personas posible. El diseño universal nace con el objetivo de concienciar a todos los implicados en el proceso de definición y construcción de nuestro entorno artificial, desde su planificación hasta su uso, para que apliquen medidas que mejoren las actividades humanas, la salud y que favorezcan la participación de todos los individuos. Es, por tanto, un concepto que fomenta mejoras en los ámbitos personales y colectivos, es decir, procura la integración en la vida común de todos los individuos. El Diseño Universal es una estrategia cuyo objetivo es hacer el diseño y la composición de los diferentes entornos y productos accesibles y comprensibles, así como utilizables para todo el mundo, en la mayor medida y de la forma más independiente y natural posible, sin la necesidad de adaptaciones ni soluciones especializadas de diseño. La actividad por la que se concibe o proyecta, desde el origen, y siempre que ello sea posible, entornos, procesos, bienes, productos, servicios, objetos, instrumentos, dispositivos o herramientas, de tal forma que puedan ser utilizados por todas las personas, en la mayor extensión posible. El diseño universal prioriza que todos los individuos puedan beneficiarse del uso de cualquier tipo de elemento artificial en el desarrollo de las actividades necesarias a lo largo de sus vidas. El diseño universal no implica diseñar un cierto tipo de productos para un grupo concreto de personas, sino todo lo contrario: generar productos y servicios que sean útiles en todas las fases de la vida y en todas las circunstancias en que se puedan encontrar los potenciales usuarios.