El suelo es un sistema ‘vivo’ que da vida directa e indirectamente a todas las especies.
De él dependemos y por eso, también, debemos aprender a cuidarlo.
Una fecha para crear conciencia sobre su conservación
Desde el año de 1963, cada 7 de julio se celebra el Día de la Conservación del Suelo, en memoria del científico estadounidense, Dr. Hugh Hammond Bennet.
Sus investigaciones respecto a la relación entre la calidad de la tierra y su capacidad productiva llevó a considerarlo pionero en el tema.
Es así que, en su memoria, esta efeméride se utiliza para hablar sobre cuáles acciones son las más adecuadas para mantener la riqueza de los terrenos de nuestro planeta.
Lo cierto es que las tierras sustentan la vida en el mundo.
Espacios naturales como bosques, tierras de cultivo, sabanas, turberas y montañas proporcionan a la humanidad los alimentos, el agua y las materias primas que necesita para sobrevivir, puntualizan desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Sin embargo, más de 2.000 millones de hectáreas de la tierra mundial están degradadas.
Aclaración: el suelo es tan importante que para concientizar sobre su cuidado también existe su Día Mundial que se conmemora cada 5 de diciembre.
Estas son 5 formas de restaurar el suelo
Los diferentes usos que la sociedad ha venido haciendo del suelo (como por ejemplo, la agricultura, forestales, el uso residencial, etc.), sumado a los efectos del cambio climático, han hecho un daño evidente.
Ante la degradación que avanza sin pausa, agravando la desertificación y la sequía, el único camino posible es encarar tareas que le devuelvan la salud al suelo.
Este trabajo urgente de recuperación tiene que hacerse desde diferentes frentes.
Sólo así se podrá restablecer el equilibrio original (o al menos mitigar el impacto) y tener una cobertura saludable y diversa que sea cultivable otra vez y que vuelva a colaborar en el ciclo virtuoso del agua (capturar, almacenar, filtrar y generar nuevos reservorios).