Antes de comenzar cualquier reparación, es fundamental determinar qué provocó que la madera se hinche.
Las razones más comunes incluyen:
Filtraciones de agua por cañerías rotas o humedad ambiental.
Exceso de limpieza con agua, lo que provoca que la madera la absorba.
Falta de ventilación, generando acumulación de humedad en la base del piso.
Cambios climáticos, como el exceso de calor o frío extremos.
Si el problema fue causado por humedad, lo primero es eliminar el exceso de agua.
Para hacerlo:
Colocá ventiladores o deshumidificadores en la zona afectada.
Si la humedad es superficial, secá la madera con un paño seco y absorbente.
En casos más severos, podés usar un secador de pelo en temperatura media para acelerar el proceso.
Si la madera sigue levantada después de secarse, aplicá peso para intentar devolverla a su posición original.
Para esto:
Colocá una tabla o superficie plana sobre la zona afectada.
Poné objetos pesados encima, como libros o pesas.
Dejalo actuar durante al menos 24 horas.
Si el piso sigue deformado, puede ser necesario ajustar o reemplazar algunas tablas:
Si las láminas están demasiado hinchadas, podés lijarlas suave para reducir su volumen.
En caso de que la madera esté muy dañada, extraé la tabla afectada y reemplazala por una nueva.
Ajustá o reemplazá las tablas dañadas.
Para evitar que la madera vuelva a hincharse, considerá estas recomendaciones:
Aplicá un sellador o barniz protector.
Evitá limpiar con demasiada agua, optá por productos especiales para madera.
Mantené una buena ventilación en el ambiente.
Al seguir estos simples pasos, podés recuperar el estado original de tu piso de madera y evitar problemas futuros.
Con un poco de paciencia y cuidado, tu suelo volverá a lucir impecable.