La diferencia más evidente es el ángulo de apertura de los downlights y los focos empotrados: unos tienen una luz más general, mientras que otros tienen la luz concentrada en un punto de la habitación. Los downlights tienen un ángulo de apertura más amplio, de hasta 120 grados, por lo que son ideales para iluminar toda la habitación o una zona amplia. Los downlights tienen un ángulo de haz menor, normalmente entre 3 y 60 grados, por lo que suelen estar pensados para iluminar una zona concreta. Los downlights se recomiendan generalmente para baños, pasillos, cocinas, salones, oficinas, etc. Los downlights se utilizan para resaltar determinadas zonas o puntos, como la encimera de la cocina, etc. Los downlights suelen tener un tamaño estándar de 23 cm de diámetro exterior y una apertura de 20 cm. También existen otros más pequeños, con un diámetro de unos 10 cm y un recorte de 7 cm. Los downlights no suelen tener un tamaño estándar y existe una mayor variedad de tamaños y dimensiones. Los downlights, en cambio, se recomiendan para el uso diario y para la iluminación general de los espacios. Una forma de aprovechar sus ventajas es colocarlos en el centro de la habitación en lugar de en las paredes. Si se instalan varios focos en una habitación, se pueden disponer en fila y separados al menos un metro y medio, aunque esta distancia puede ser mayor en función de la potencia de los focos.