A veces, las superficies metálicas pueden interferir con el detector, ya que el metal es uno de los pocos materiales que no puede penetrar. Sin embargo, un detector de movimiento por microondas puede combinarse con un sensor de infrarrojos, sensible a los movimientos laterales, para reducir significativamente las zonas muertas.
Un detector muy sensible puede activarse por pequeñas perturbaciones, como una ráfaga de viento en el exterior, o incluso las luces fluorescentes, que emiten ciertas partículas que pueden interferir con el sensor de movimiento.
Además, si se olvida de encerrar a su mascota, pueden producirse falsas alarmas, lo que puede resultar bastante molesto.
La instalación de sensores de movimiento suele ser sencilla, y muchos propietarios pueden realizar esta tarea por sí mismos, pero es posible que los propietarios deban realizar comprobaciones periódicas para asegurarse de que funcionan correctamente y cambiar las pilas cuando sea necesario.
Los problemas más comunes, como las falsas alarmas o el mal funcionamiento de los sensores, suelen resolverse consultando el manual del usuario o a un profesional.
A la hora de instalar sensores de movimiento, los propietarios deben tener en cuenta las implicaciones legales, especialmente en lo que respecta a la privacidad.
En algunas jurisdicciones, puede haber normativas que regulen el uso de equipos de vigilancia, incluidos los sensores de movimiento que graban vídeo o audio.
Es importante asegurarse de que el sistema de seguridad doméstica cumple la legislación local para evitar problemas legales.
Además, las preocupaciones éticas como la vigilancia o la recopilación de datos deben abordarse eligiendo productos de fabricantes que prioricen la privacidad del usuario y la seguridad de los datos.