Los juegos inclusivos podrían ser educativos, para ello hay que pensar en otra forma de definir la educación, no sólo como la adquisición de conocimientos culturales, sino como formas de comportamiento y de vida, o, por decirlo de otra manera, en este caso, no sería exactamente equivalente enseñanza y educación. No siempre el juego inclusivo tiene como objetivo principal enseñar algo, quizá sólo están pensados para pasar un rato agradable, pero las personas que jueguen, o incluso las que miren el juego, van a aprender algo: diversidad cultural y funcional, relaciones entre diferentes tipos de personas. Además por el hecho de ser juegos cooperativos, en vez de competitivos, se puede aprender a trabajar en equipo.
Habría que comprobar si cada juego en particular cumple las características de los juegos inclusivos. Aunque están ya explicadas en otro artículo, voy a resumir algunas: emplear pocos químicos, evitando en lo posible el uso de plásticos, empleo de elementos de ayuda a la comunicación como el código ColorADD y Braille, utilización de materiales naturales, fabricación a mano o en empresas medioambientales o que proporcionen trabajo a personas en riesgo de exclusión social.
De este modo, los juegos inclusivos pueden conseguir el doble objetivo de aprender y disfrutar. Como conclusión, se puede decir que si bien los juegos educativos no son obligatoriamente inclusivos, los juegos inclusivos son, en gran parte, educativos, y se pueden emplear, de forma muy eficaz, para favorecer tanto la inclusión como la educación.