El Feng Shui asegura que la cama debe encontrarse apoyada sobre una de las paredes de la habitación, y su orientación depende mucho de la personalidad de quien habita el espacio. En la mayoría de los casos, se recomienda que la cabecera este orientada hacia el norte, una posición en la que la energía fluye lentamente, permitiendo descansar y tener un sueño profundo, lo cual ayuda a relajarse y eliminar las pesadillas. Mientras que, si la cabecera se encuentra orientada al sur, el lugar se llena de energía activa y apasionada. Una posición ideal si se está iniciando una nueva etapa, social o profesional. Además, revive las relaciones de pareja y al despertar, la persona se encuentra cargada de energía. Pero si se trata de alguien que sufre de ansiedad y estrés, se debe evitar acomodar la cama de esta manera. Así mismo, acomodar la cama hacia el este contribuye a tener una vida activa y creativa. Ya que es más rápido recuperarse del cansancio y despertar con energía. En cambio, para el oeste, beneficia a las personas que sufren de estrés, ansiedad o exceso de presión. El Feng Shui desaprueba tener la puerta a espaldas de la cama, esto se debe a que al momento de dormir. Si no se tiene visibilidad a la entrada, la persona se encuentra en un constante estado de alerta. Lo mismo sucede con las ventanas, al estar en contacto directo con el exterior, expone lo que ocurre dentro del dormitorio. Si la habitación cuenta con un baño privado, la cabecera de la cama no debe recostarse contra la pared que corresponda a este espacio, y tampoco es recomendable que la cabeza quede frente a su puerta. Pero, si no es posible, se recomienda manter cerrado el acceso al baño.