Limpia la zona.
Antes de tratar la ampolla, lava suavemente la zona con agua tibia y un jabón suave para eliminar cualquier suciedad, bacterias u otros contaminantes que puedan causar infección.
Desinfecta la ampolla.
Aplica un antiséptico suave, como agua oxigenada diluida o alcohol isopropílico, en la zona reventada de la ampolla para desinfectar y prevenir infecciones.
Usa una torunda de algodón estéril para aplicar el antiséptico con cuidado.
Elimina los restos de piel muerta.
Si hay piel suelta alrededor de la ampolla, puedes cortarla con unas tijeras estériles para evitar que se rasgue y cause dolor adicional.
No elimines la piel que aún esté unida a la ampolla, ya que actúa como una barrera protectora natural.
Aplica una crema antibiótica.
Después de desinfectar la zona, puedes aplicar una fina capa de crema antibiótica, como bacitracina o neomicina, para ayudar a prevenir infecciones y promover la curación.
Cubre la ampolla con una venda estéril o un apósito adhesivo para protegerla.
Mantén la zona limpia y seca.
Es importante mantener la zona afectada limpia y seca para prevenir infecciones.