Lo primero que debemos tener claro es que una casa autosuficiente es aquella que se diseña para ser capaz de generar toda o la mayor parte de la energía que consume, sin depender de fuentes externas. Este tipo de viviendas son capaces de aprovechar al máximo los recursos naturales como el sol, el viento o la lluvia para cubrir sus necesidades de luz, agua, calefacción o refrigeración, entre otras. Además, integran sistemas que optimizan el consumo de agua y promueven la gestión eficiente de los residuos.
Una vivienda autosuficiente debe aprovechar los recursos naturales que tiene a su disposición: el sol, el agua o el viento, entre otros. Aprovecha los recursos naturales con paneles solares, sistemas de recogida de agua de lluvia o de energía eólica. La energía solar se puede aprovechar con paneles solares, la del viento con sistemas de energía eólica y, por otro lado, el agua de la lluvia puede recogerse y almacenarse para su posterior uso en riego de jardines, limpieza de la casa o incluso para el suministro de agua potable si se instalan sistemas de purificación adecuados.
Por lo tanto, tener una vivienda que no dependa de la red eléctrica ni del suministro exterior de agua, es posible. Es necesaria una planificación pormenorizada que considere todos los elementos que rodean la casa y cualquier aspecto que favorezca la optimización del uso de energía y de agua.